KABLOONAS

KABLOONAS
Burial of John Franklin. Author: me

KABLOONAS

Kabloonas is the way in which the Inuit who live in the north part of Canada call those who haven´t their same ascendency.

The first time i read this word was in the book "Fatal Passage" by Ken McGoogan, when, as the result of the conversations between John Rae and some inuit, and trying to find any evidence of the ill-fated Sir John Franklin Expedition, some of then mentioned that they watched how some kabloonas walked to die in the proximities of the river Great Fish.

I wish to publish this blog to order and share all those anecdotes that I´ve been finding in the arctic literature about arctic expeditions. My interest began more than 15 years ago reading a little book of my brother about north and south pole expeditions. I began reading almost all the bibliography about Antarctic expeditions and the superknown expeditions of Scott, Amundsen, Shackleton, etc. After I was captured by the Nansen, Nobile and Engineer Andree. But the most disturbing thing in that little book, full of pictures, was the two pages dedicated to the last Franklin expedition of the S.XIX, on that moment I thought that given the time on which this and others expeditions happened, few or any additional information could be obtained about it. I couldn´t imagine that after those two pages It would be a huge iceberg full of stories, unresolved misteries, anecdotes, etc. I believe that this iceberg, on the contrary than others, would continue growing instead melting.



miércoles, 2 de mayo de 2018

LA TRAGEDIA PERSONAL DE CHARLES FLINT PUTNAM

La historia de exploración del Ártico está plagada de tragedias, algo que ya sabemos, pero algunas no son tan conocidas como otras. Recientemente, leyendo acerca de la expedición de George DeLong en el Jeannette realizada entre 1879 y 1881, me he tropezado con una que no conocía y que me ha impresionado profundamente por las crueles circunstancias que la rodearon. 

Como ocurre en numerosas ocasiones, una espesa niebla de misterio envuelve los últimos días de vida de algunos de los exploradores que han perecido en las regiones polares, éstos no siempre pudieron dejar constancia escrita de como se desarrollaron, y aunque la tragedia siempre está ahí presente, hay detalles que a veces intensifican la sensación de horror.

Charles Flint Putnam, oficial de la marina americana, dejó su puesto en el servicio guarda costas del pacífico Norte para incorporarse como voluntario en el USS Rodgers, barco que se destinó en 1881 a la búsqueda de la expedición desaparecida de De Long. Poco podía imaginar el joven Putnam de 25 años, cuando pasaba por debajo del Golden Gate de San Francisco rumbo al norte, que aquella decisión le fuera a costar la vida. 


El Rodgers era un robusto ballenero, propulsado a vela y vapor, de más de 400 toneladas que, después de pasar todo el verano tratando infructuosamente de localizar al USS Jeannette rastreando la costa noreste de Siberia, acabó a finales de septiembre dirigiéndose de nuevo al estrecho de Bering para pasar el invierno en la Bahía de Sant Lawrence. Antes de bordear el cabo Dezhnev, o cabo Este, como lo llamaban por aquella época, una partida de seis hombres comandada por Putnam, desembarcó en la isla Tiapka para montar un campamento que debería de invernar allí. El grupo fue provisto con ropas adecuadas, y provisiones suficientes para pasar un año entero. Además, disponían de un bote, perros y trineos para que pudiesen continuar con la búsqueda del Jeannette y su tripulación. 

El 30 de noviembre, una vez ya en la bahía de St Lawrence, se desató un virulento fuego en la bodega inferior del Rodgers que fue imposible apagar a pesar de que se pusieron en marcha todos los medios disponibles para ello. Los marineros y oficiales lucharon contra él sin resultado, hasta que, apercibiéndose de que todo intento iba a ser inútil, trataron de llevar el barco a la orilla más próxima para poder al menos rescatar todas las provisiones posibles, pero tampoco lo consiguieron. 

La imagen que el llameante Rodgers ofreció durante los dos días enteros que estuvo ardiendo, impresionó profundamente a los náufragos. Las llamas se reflejaban en los ojos de unos hombres que sabían que se enfrentaban casi sin recursos al crudo invierno siberiano que tenían ya encima. La imponente explosión que se produjo cuando el incendio alcanzó el polvorín puso fin al espectáculo.
USS Rodgers ardiendo
La tripulación pasó un par de noches acampada bajo los botes y en improvisadas tiendas hechas con restos de las velas del barco. Pero, a pesar de lo sombrío que se presentaba su futuro, para su sorpresa y alegría, el mismo día que el barco explotó hicieron acto de presencia algunos nativos Chuckches que ya habían estado visitando previamente el buque los días anteriores. Estos ángeles de la guarda llevaron a toda la tripulación a sus asentamientos cercanos en la costa, donde les dieron cobijo y compartieron sus escasas provisiones con ellos.

Un mes después, a principios de enero de 1882, llegaron al campamento de la isla de Tipka noticias del naufragio del Rodgers.  Putnam inmediatamente se puso rumbo al sur con provisiones para asistir a sus compañeros. Alcanzó el asentamiento nativo Noonamoo, ubicado a la entrada de  la bahía de St Lawrence y, después de dejar la carga, emprendió el regreso de nuevo a su campamento en el norte junto con algunos de sus compañeros. Desafortunadamente, en el transcurso de ese viaje, una tormenta se cernió sobre ellos obligándoles a regresar a su punto de partida. Fue durante este trayecto cuando, Putnam, que viajaba en último lugar, perdió de vista en la ventisca a sus acompañantes, que habían dado un brusco giro para alcanzar el asentamiento. Putnam continuó en su lugar en linea recta. Cinco minutos antes de separarse accidentalmente, uno de sus colegas había adelantado el trineo de Putnam y le había dicho:

- "Bueno, Put, parece que estamos bien después de todo".
- "Eso espero"-  respondió Putnam, y aquellas fueron sus últimas palabras. 

Los exploradores, al llegar, se apercibieron rápidamente, de la ausencia de Putnam. Salieron corriendo de las casas y se dirigieron a la playa para tratar de localizarle gritando con todas sus fuerzas. Pidieron a los nativos que les ayudaran a buscarlo con sus perros pero estos se negaron en rotundo debido a la virulencia creciente de la galerna. Ninguna de las amenazas que les profirieron pudieron hacerles cambiar de idea. Pero quizás tuviesen razón después de todo, ya que el viento era tan fuerte que hacía difícil incluso el retorno desde la playa a las casas del poblado, el mismo viento que empezó a desprender el hielo de la costa y a arrastrarlo hacia el mar. Las cosas se empezaban a poner feas para el pobre Putnam.  Al día siguiente los nativos y sus compañeros comenzaron la búsqueda.

Going for Putnam de "Our lost explorers, the searching of the Jeannette"
Después de recorrer toda la playa fue obvio para sus compatriotas que Putnam había debido pasar la noche en el hielo, que ahora se encontraba en ese momento bastante lejos de la orilla. Al día siguiente llegaron noticias desde la orilla sur de la bahía que decían que un nativo había visto a Putnam sobre el hielo a tres millas de la orilla, pero que el hielo fino que se había formado entre la orilla y los témpanos donde se encontraba había impedido a éstos alcanzarle en sus frágiles embarcaciones. 

Pasó otro día y se volvieron a recibir noticias que decían haber visto a Putnam esta vez a 8 millas de la costa. Varios de los supervivientes del Rodgers, junto con dos nativos intentaron esta vez alcanzarle, pero el bote en el que se embarcaron sufrió profundos cortes producidos por el hielo recién formado por el que el agua entraba a raudales y tuvieron que regresar. Fue entonces cuando se desató una feroz tormenta que hizo que se le perdiese de vista, y esta vez sería para siempre. Se formó un equipo que marchó hacia el sur para rastrear la costa al sur de la bahía de St Lawrence, ya que los nativos estaban convencidos de que el hielo  que se había alejado de la costa se volvería tarde o temprano a aproximar a ella por aquella zona. 

Diez días después de la desaparición del joven oficial, el hielo efectivamente volvió a tocar la costa, pero en un estado muy diferente al que tenía cuando había sido arrastrado hacia el interior. No había grandes témpanos, todo el hielo se había roto en pequeños trozos que hicieron sospechar a los rescatadores que no habría posibilidad ninguna de encontrar a Putnam con vida. 

Sin embargo, sorprendentemente, a las dos semanas, aparecieron varios perros en la costa que fueron identificados como pertenecientes al trineo que dirigía el hombre desaparecido. Poco tiempo después, apareció otro perro más, esta vez con un disparo en el cuello que presentaba un estado lamentable, muy delgado y completamente aterido de frío

Es difícil determinar cuanto tiempo sobrevivió Putnam hasta que finalmente sucumbió ahogado, a merced de los elementos o al hambre. Se sabe que durante al menos tres días permaneció con vida sobre el hielo en retirada, ya que hasta ese momento fue avistado desde la costa, pero las tormentas subsiguientes que fracturaron el hielo, y las bajas temperaturas, que oscilaron entre los -28 y los -40 ºC, no ofrecieron un escenario muy favorable para su supervivencia y es probable que el naufrago pereciese poco después de haber sido visto por última vez. Sin embargo,  la aparición del perro con el disparo en el cuello, y el hecho de que solo aparecieran seis de los nueve perros que llevaba, puede ser un indicativo de que Putnam realmente sobrevivió durante bastante más tiempo del que en un principio se pensó. Puede que el oficial se hubiese estado alimentado de al menos esos tres perros durante las dos semanas que transcurrieron hasta que aparecieron sus compañeros de trineo en la costa. Días de prestado que seguramente lo único que consiguieron fue prolongar su sufrimiento inmisericordemente un poco más. 

Es una pena que la Wikipedia solo disponga de unas pocas líneas acerca de la vida de este hombre, por no mencionar cualquier otra referencia en internet hacia él, un explorador cuya carrera como explorador podría haber sido muy diferente si hubiese podido sobrevivir a aquella aventura. Hay numerosos casos en los que el hielo ha devuelto a tierra con vida a aquellos a los que ha arrebatado de forma dramática de la costa, pero, no fue sin embargo éste el caso de Putnam, aunque si el de algunos de sus afortunados perros e incluso el de un par de cazadores chuckches pertenecientes a uno de los poblados donde se alojaban los naufragos del Rodgers. Estos aparecieron en su poblado dos días después de haber desaparecido después de que el "hombre medicina" hubiera comenzado a realizar los rituales funerarios mágicos correspondientes.

Cualquiera que fuera el destino de Charles Flint Putnam, es algo que solo el hielo y la noche ártica conocen,  los únicos testigos de esta casi anónima tragedia.



3 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  2. Another sad, yet very heroic failed search. No one had a clue as to where the Jeannette was or had been. By the time Putnam got to St Lawrence Bay in late 1881, the crew of the Jeannette was struggling in the morass of the Lena Delta.

    ResponderEliminar
  3. I thought about that but at the end decided not to include it in the post because the timing was a little bit different. De Long landed in the Lena Delta the 18 th of september or so. A month and a half after, the 30th of october, everything had finished for them. In fact Rodger´s crew ordeal began a little bit after that. Melville party was found by the natives even before De Long and his men perished.

    ResponderEliminar