Uno no siempre tiene la oportunidad de visitar las regiones Polares, no son demasiado accesibles para muchos de nosotros, sin embargo, es infinitamente más sencillo aproximarse a la historia de su exploración si uno visita los países que dieron a luz a aquellos exploradores que forjaron con su sudor, esfuerzo, y en ocasiones hasta con su muerte, su descubrimiento.
Este año he tenido la oportunidad de pasar quince días en Suecia, durante el transcurso de los cuales he podido aprender un poco más acerca del papel que este país ha tenido en la disección geográfica y científica de dichas regiones.
El otoño es una época magnifica para viajar al norte, las copas de los robles y abedules de hoja caduca se entremezclan con los pinos y abetos de hoja perenne presentando al espectador una paleta de colores que oscila entre el verde oscuro al rojo más rojo pasando por toda una gama de amarillos y naranjas de la que es difícil apartar la mirada...y además,... ¡¡no hay mosquitos!!.
Uppsala, Suecia |
Algo que diferencia a los exploradores polares Suecos del siglo XIX de sus homólogos británicos o americanos es que los primeros, en casi todos los casos, proceden del mundo de la investigación científica y no del militar, en breve repasaremos rápidamente y brevemente algunos sus logros y antecedentes.
Aterricé en Estocolmo a finales de septiembre después de un desesperante retraso de tres horas en la partida del vuelo. A pesar del madrugón y del normal cabreo, como ocurre en todos los inicios vacacionales, nada mas llegar nos apresuramos a dejar las maletas en el hotel y salimos a explorar la ciudad con ansia incontenible.
Un largo paseo al atardecer, durante el transcurso del cual atravesé la céntrica isla de Gamla Stan, me llevó a la isla de Skeppholmen. Se trata de una pequeña isla que alberga varios museos, el auditorio Eric Ericsonhallen, cuya cúpula verde destaca sobre el resto de edificios, y algunos otros edificios oficiales más.
Una imponente piedra casi negra, de forma irregular como uno de esos menhires de Obelix, que se alzaba en un pequeño parque, me llamó la atención. Tenía un circulo dorado en su parte superior que contenía el continente europeo, Asia y África. Además había una inscripción también en letras doradas que no leía desde donde me encontraba. Me acerqué por curiosidad y porque una campana había sonado en mi cabeza. Para mi deleite y sorpresa, conforme me acercaba, leí la palabra VEGA en ella, una de las pocas que pude reconocer. Era un monumento conmemorativo a la circunvalación de Asia y África que la expedición del Adolf Erik Nordeskjold había efectuado en el Vega durante los años 1878 y 1880.
El círculo grabado en su parte superior muestra la ruta seguida por la expedición. Adolf Erik Nordeskjold, que fué el primero en atravesar el pasaje del Noroeste, antes de que Amundsen hiciera lo propio en el pasaje del Noroeste años más tarde. El viaje de Nordeskjold fue un gran éxito no solo en lo que a descubrimiento geográfico se refiere. Aquella gesta inspiró varias expediciones que partieron antes de que este apareciera tratando de recorrer en sentido contrario el pasaje a su encuentro entrando por el estrecho de Bering, por donde se le esperaba aparecer. Como fue el caso del USS Jeannette, capitaneado por George De Long que partió un año más tarde que Nordeskjold, o el Karluk que a su vez siguió al Jeannette. Ni George De Long ni la expedición del Karluk llegaron a buen término, pero esas son historias que otro día contaré.
Sabía que había más estatuas y tumbas que visitar en Estocolmo pero al día siguiente nos pusimos en marcha iniciando el largo recorrido hacia el sur que teníamos previsto. Visitamos Visby, Oskarshan, Kalmar y después Karlskrona. No tenía previsto ver nada relacionado con lo "Polar" en aquellas ciudades, pero en los huecos tontos en el tren aproveché para hacer un poco de investigación al respecto y pude encontrar algunas referencias curiosas sobre las cuales tenía que indagar.
En Karlskrona, en principio, no tenía marcado ningún pin en mi mapa de monumentos polares, pero profundizando acerca de la expedición del Vega, averigüé que su capitán Louis Palander había nacido precisamente allí, también que el Vega había sido reformado intensamente para su viaje bajo la dirección del propio Palander.
El Vega y otro barco auxilar a vapor de menor tamaño, el Lena, partieron de Karlskrona el 22 de junio de 1878 hacia lo desconocido. Karlskrona es una ciudad curiosa, no especialmente bonita pero con un cierto encanto. Mi primera parada en la oficina de Turismo terminó preguntándole al muchacho del mostrador acerca de algún tipo de estatua o exposición acerca de la expedición de Nordeskjold, acerca de su barco, el Vega y también acerca de su capitán, Louis Palander. El chico no conocía nada que estuviera relacionado con aquello de lo que le hablaba, pero al menos buscó en Wikipedia quien era Louis Palander. Me dirigió al museo marítimo, "de haber algo debe estar ahí", me dijo.
Después de hacer la habitual cuadrícula de reconocimiento del lugar, acabamos en el museo marítimo donde no pude encontrar nada relacionado con la expedición del Vega ni con Louis Palander, pero la visita mereció la pena, en la parte dedicada a submarinos tenían un submarino entero dentro del museo, como el Vasa de Estocolmo, los suecos son únicos metiendo barcos enormes dentro de edificios. Además, te podías meter dentro del submarino y darte un buena vuelta por su interior.
No me fui de vacio en cualquier caso, durante un corto trayecto en barco que realizamos para visitar una fortaleza cercana, pude ver el astillero antiguo donde se supone que se hicieron las reparaciones del Vega.
Otros exploradores polares de renombre anduvieron cerca de esta ciudad, el propio John Ross, el comandante de la expedición que puso el pie por primera vez el pie en el polo norte magnético, participó en las maniobras militares británicas frente a Karlskrona.
Después de Karlskrona, pasamos por Malmo, la ciudad que se emplaza al otro lado del Oresund enfrentada a Copenhagen. No pude encontrar en esta ciudad ninguna referencia polar pero me topé con una agradable curiosidad relacionada lejanamente. El SS Bore, el primer rompehielos a vapor que se conoce y que se empleaba en mantener un canal libre de hielos que permitiera el trasiego marítimo entre Dinamarca y Suecia. La "conexión polar" viene de que fue utilizado en la película "The Flight of the Eagle" sobre la expedición de Andrée en globo al polo Norte.
Después de Malmo, pasamos por Helsinborg y paramos posteriormente en Varberg, la ciudad natal de Otto Martin Torell. En esta ciudad encontré varias "Polaridades", una fuente llamada Torellbrunnen ubicada en la esquina entre Sodra Hamvagen y Vastra Valgatan y también una calle con su nombre.
Pero la mayor sorpresa me la encontré cuando investigando un poco sobre la vida y milagros de Otto Martin Torell averigué que el hotel en el que me alojaba era precisamente la casa familiar de este hombre. Otto Martin Torell no es tan conocido como otros grandes exploradores suecos como Adolf Erik Nordeskjold, Salomon Andrée, etc. quizás porque a él no se le deben grandes descubrimientos geográficos como Adolf o simplemente porque no murió de manera trágica como Andree o FInn Malgrem del que hablaremos después. Algo injusto desde todo punto de vista si tenemos en cuenta que se trata de alguien a quien se le considera el precursor de la exploración polar sueca y probablemente el padre de las investigaciones científicas polares.
Otto perdió a su padre muy prematuramente y se enfrascó desde muy joven en sus estudios e investigaciones científicas los cuales se centraron en la fauna marina de las costas de Suecia. El descubrimiento de que algunos de los fósiles de dicha fauna marina correspondieran a fauna ártica, le llevó inmediatamente a la controvertida por entonces conclusión de que el sur de Suecia había conocido tiempos más fríos en el pasado.
Para poder confirmar esta hipótesis necesitaba profundizar en el conocimiento de la glaciología, tendría que aprender que tipo de marcas, estrías, rocas y estructuras dejan los glaciares al retirarse para así poder compararlas con las que pudiera observar en las regiones más meridionales donde se suponían debían de haber estado tiempo ha. De esta manera inició el largo periplo "glaciológico" que le llevó a visitar Islandia, Spitzbergen y Groenlandia.
Otto se convirtió en una eminencia en el conocimiento acerca de la última glaciación del Pleistoceno pero sin embargo, apenas produjo literatura científica al respecto. Torell, buscó asesoramiento en los "expertos árticos" de la época, que allá por mediados del siglo XIX eran precisamente aquellos que habían estado tratar de localizar a la desaparecida expedición de Franklin. Leopold McClintock y Sherard Osborn le asesoraron bien y también el veterano danés Carl Petersen, que habitaba en Groenlandia desde los veinte años de edad y que había participado en varias de las expediciones de búsqueda de Franklin con McClintock, William Penny y Eliza Kent Kane Carl acompañó a Otto en varias de sus expediciones.
Otto ya tenía claro por aquella época que era necesario el uso de vapor para garantizar el buen término de aquel tipo de expediciones e intentó hacerse con el Fox, el barco con el MCClintock llegó a descubrir el paradero de Franklin y sus hombres y su triste destino.
Adolf Erik Nordeskjold , solo cuatro años menor que Otto, participó en un par de expediciones como segundo líder de la expedición, encontraría seguramente con ello la formación y entrenamiento necesarios que le llevarían años más tarde a lograr atravesar el pasaje del Noreste de una pieza.
No sin cierta pena abandonamos este entrañable hotel que sorprende al visitante nada más atravesar su puerta por el alto contenido ideológico que alberga. Además, sus pasillos, habitaciones y salas están plagados de estanterías repletas de libros en todos los idiomas.
Después de Varberg tocaba parada obligatoria en Gotemburgo, Allí tenía una visita que hacer aunque me llevaría algún tiempo localizar el lugar, la tumba de Otto Nordeskjold. Otto fue el comandante de una expedición a la Antártida sueca que se realizó entre 1901 y 1904 y que acabó, como viene a ser habitual en estas regiones, con el hundimiento de su barco que había sido bautizado con el muy apropiado nombre de "Antartic". Otto había desembarcado con un puñado de científicos en una isla de la península antártica con la intención de invernar y realizar todas numerosas tareas científicas. El barco capitaneado por el noruego Carl Anton Larsen naufragó poco después dejando a Carl y al resto de su tripulación sin preparativos suficientes a la merced de los elementos con todo un invierno antártico por superar por delante. La expedición solo perdió a un hombre, Ole Wnnersgaard, el resto fue rescatado por una expedición de rescate Argentina.
Encontrar el lugar donde reposan sus restos fue el resultado de una intensa tarea de investigación. Solo sabía que se hallaba en el cementerio Ostra Kyrkogarden, un poco alejado del centro. También disponía de una foto que mostraba la lápida y parte de lo que se encontraba detrás de ella. El terreno era plano, había una especie de mausoleo detrás con una estatua que representaba una figura humana y al fondo se apreciaban los tejados naranjas de unas casas algo lejanas.
No había ningún empleado a mano a quien preguntar, tampoco había nadie en la iglesia. Los cementerios en Suecia no son muy diferentes a los parques, las bicis y los viandantes pasean por los viales tranquilamente de camino a casa o al trabajo. Algunos paran ocasionalmente frente a alguna tumba y murmuran algo a su acompañante pero no me atreví a iniciar una encuesta molestando a los transeúntes, en su lugar, subí raudo a la colina que se alzaba justo detrás de la iglesia pensando que sería el lugar preciso donde alguien de tal importancia debía de estar enterrado. El terreno era llano y era suficientemente amplio para que existiera la posibilidad de que varias hileras de tumbas se situaran en un mismo plano con tejados al fondo por debajo de él. Tenía que ser allí arriba, tenía que ser... pero no vi nada. No alcancé a encontrar el mausoleo decorado con estatuas, que era la pieza clave con la que contaba para encontrar la tumba. Bajé de nuevo la colina y comencé a explorar poco convencido los alrededores, no podía ser, desde allí abajo no había perspectiva, tenía que estar en alto. El problema era que había varias colinas como aquella a la que había subido ya y no tenía demasiado tiempo así que decidí marcharme y darme por vencido, pero como aquel que mira atrás por última vez desesperado esperando encontrar algo que ha perdido y que no espera ver, volví a subir para echar un ultimo vistazo. Esta vez, y a pesar de las prisas, no pasé por alto un caminillo que subía a la verdadera cumbre de la colina que la vez anterior me había pasado inadvertido, subí y,... allí estaba, una piedra plana, lisa, sin florituras de ningún tipo. Austera y humilde plagada de nombres familiares. Allí estaba Otto.
No soy un Thanato turista de esos que están ahora tan de moda, ni nada por el estilo. Mi mayor interés en encontrar la tumba se centraba en tomar algunas buenas fotos de ella y también en presentarle mis respetos a este buen señor. Aquellos exploradores que han tenido la suerte de vivir una vida plena y larga son a menudo enterrados en el olvido al contrario de lo que ocurre sin embargo con aquellos que murieron de forma trágica en las regiones polares son recordados como mártires. Nombres que en general hasta los más profanos sus nombres les suenan.
Fue un momento algo emotivo, porque de repente, cuando me encontré frente a él, pensé, cuantos habrían dedicado un rato a hacer lo que yo estaba haciendo, me sentí un poco friki, pero al mismo tiempo un poco orgulloso pensando que si Otto hubiera podido saber que le había regalado estos minutos de mis vacaciones se habría reído seguramente.
El Antarctic había partido precisamente de Gotemburgo cuando se dirigió a su tumba marina al otro lado del mundo. No encontré ningún memorial en su honor en la ciudad pero puede que en alguno de sus museos hubiese algo pero no visitamos ninguno.
De Gotemburgo partimos de regreso a Estocolmo en tren sin hacer escalas, pasando de largo el enorme lago Vatten que se encuentra en el interior del país y a cuyas orillas se encuentra Granna, la ciudad de nacimiento del ingeniero Salomon Andrée, el visionario explorador polar que desapareció tratando de alcanzar el polo norte en globo. Allí en Granna se encuentra el museo que le rinde homenaje y que alberga algunas de los restos que de su expedición se encontraron. En fin, otra vez será.
Una vez de vuelta en Estocolmo pude visitar un par de sitios que tenía muchas ganas de conocer y que no me supusieron desplazarme demasiado lejos del centro, la estatua del Vega en el observatorio, una preciosa escultura que combina belleza y poder. El barco se ofreció a mi vista de repente ,mientras ascendía la colina en la que se alza el edificio, a través de una pequeña ventana formada entre las hojas rojas de los arboles del parque que rodea al observatorio. Una esbelta figura dorada, manchada por el paso de la intemperie que cabalga sobre unas imponentes olas verdes.
Mas tarde visitamos el ayuntamiento, un espectacular edificio tosco y brutal por fuera pero precioso por dentro, en cuyas arcadas exteriores se encuentra una placa conmemorativa de la expedición de Salomon Andrée de la que antes hemos hablado.
No visité sin embargo, por falta de tiempo la tumba monumento y homenaje a este atrevido Aeronauta, y la de sus acompañantes, Nils Strindberg y Knut Fraenkel. Ésta se encuentra en Norra begravningsplatsen, al norte del centro, cerca de la zona universitaria, y alberga los restos incinerados de los tres desafortunados exploradores. La historia de estos tres hombres también es objeto de una publicación por si sola, solo diré que los cuerpos de los tres hombres, junto con sus diarios, y fotografías fueron encontrados por causalidad, 30 años después de que el cielo del polo Norte los engullera, en la isla blanca, al norte de la Tierra de Francisco José. Si alguno dispone de tiempo y ganas, puede leer mi relato de ficción inspirado en hechos reales acerca de la expedición aquí.
Tampoco pude visitar en Estocolmo la tumba de Otto Martin Torell en Brännkyrka kyrka, el Meteorito que Adolf Erik Nordeskjold trajo de Disko Bay en Groenlandia que se encuentra en museo de historia natural de Estocolmo ni el parque Finn Malgrem plan donde hay otra emotiva estatua que recuerda el momento de la muerte de Finn Malgrem. Tengo que aprovechar este momento para agradecer a Marie Lennersand que me proporcionó varias localizaciones, especialmente vinculadas con Finn Malgrem.
En Estocolmo hay todavía algún que otro rinconcillo precioso donde sorprende encontrar algunas calles dedicadas a estos valerosos exploradores. Después de visitar el museo Vasa nos encaminamos dar una vuelta por Beckholmen, una pequeña isla que fue en tiempos un astillero y que ahora lo sigue siendo pero dedico exclusivamente a reparaciones. Todavía se pueden visitar los antiguos diques secos y dar una vuelta por las callecillas que suben hasta la cima de la colina que forma la isla. De camino allí, me topé por casualidad con calles con nombres tan conocidos para mí como Nordeskjoldgata y Andreegata:
Estando en Estocolmo visitamos un día Uppsala, una ciudad universitaria no lejos de la capital, donde se encuentra enterrado Finn Malgrem, meteorólogo y oceanógrafo sueco que participó en dos de las grandes hazañas de Amundsen, el viaje del Maud entre 1922 y 1925 y la travesía del polo norte en el dirigible Norge de 1926 tras la cual desafortunadamente murió a la simbólica edad de 33 años.
Finn perdió la vida convirtiéndose en otro mártir de la historia de la exploración polar en su fútil intento de buscar ayuda después de sobrevivir al accidente del Italia de Umberto Nobile de 1928 intentando alcanzar el Polo Norte. Su muerte está muy bien representada en la película "La Tienda Roja", donde un Amundsen poco realista que aparece pobremente representado por un improbable Sean Connery. En la película Finn Malgrem es caracterizado por un apuesto Eduard Martsevich que cae en un agujero en el hielo y que cuando se da cuenta de que no puede continuar avanzando, ofrece sus ropas a los dos italianos que le acompañan y se inmola en el hielo para permitir que sus compañeros sobrevivan. En la realidad, su muerte está rodeada de misterio, cuando los dos italianos fueron rescatados, aparecieron ciertas evidencias que sugerían que el cuerpo de Finn Malgrem pudo haber sido utilizado por sus compañeros como alimento para subsistir, algo por lo que no hay que escandilizarse y que en general es bastante habitual en las crónicas polares.
Su actividad exploradora y científica se desarrolló durante unos años en los que Suecia no encabezó ninguna, por ello tuvo que participar en expediciones bajo otra bandera pero en Suecia es recordado con orgullo y cariño excepcionales. La tumba se alza imponente en el cementerio de Uppsala.
Además de la tumba, existe una imponente estatua que muestra a un Finn Malgrem embutido en su traje de pieles que se encuentra en un parquecillo próximo a la esquina de Sysslomansgatan y Skolsgatan.
Malgrem había comenzado su andadura aventurera cuando pasó un año (1917-18)en el observatorio meteorógico de Partejakka en las montañas de suecia. Un aislado y desolado lugar alejado 33 km, del pueblo más cercano donde el y otro compañero tuvieron que lidiar con las más duras condiciones meteorológicas, tomar medidas cada hora durante 24 horas. Allí perdió a su compañero Manne Hofling en una ventisca de nieve, mientras trataba de conseguir provisiones, ya que su proveedor habitual les había fallado. Aquella fue una dura experiencia no muy lejana de lo que serían las condiciones a las que se enfrentaría en el futuro y que eventualmente le llevarían a la tumba. Pero, tampoco es objeto de esta publicación profundizar ahora en la vida de este hombre es algo que haré en otra publicación más adelante dedicada en exclusiva a él.
Por terminar, que creo que ya me he extendido más de lo previsto y de lo prudente, os diré que en el transcurso de esta quincena he podido profundizar un poquito más sobre la exploración polar sueca y he aprendido muchas cosas. Creo que es una parte de la historia del descubrimiento de estas regiones que algunos tenemos algo olvidad y en la que no hemos profundizado demasiado porque nos absorben quizás con mayor interés otras aventuras polares más populares.
La exploración sueca de las regiones polares, como anticipaba al inicio de la publicación, se distingue por su marcado carácter científico, y eso la distingue de muchas de las exploraciones realizadas hasta la fecha. Es cierto que ya desde principios del siglo XIX, cuando los británicos se abalanzaron en su asedio definitivo sobre el pasaje del Noroeste, ya se hacían multitud de experimentos y mediciones en el transcurso de las expediciones de naturaleza militar que se realizaban, pero fueron seguramente los suecos los primeros que organizaron viajes con el único propósito de realizar investigación científica y no de rascar grados de latitud norte al viejo gran ombligo.
Para aquellos que como yo quieran sumergirse en las aventuras y desventuras de estos pioneros, puede hacerlo en el libro en versión pdf y disponible libremente, pero en inglés, aquí.
Un largo paseo al atardecer, durante el transcurso del cual atravesé la céntrica isla de Gamla Stan, me llevó a la isla de Skeppholmen. Se trata de una pequeña isla que alberga varios museos, el auditorio Eric Ericsonhallen, cuya cúpula verde destaca sobre el resto de edificios, y algunos otros edificios oficiales más.
Una imponente piedra casi negra, de forma irregular como uno de esos menhires de Obelix, que se alzaba en un pequeño parque, me llamó la atención. Tenía un circulo dorado en su parte superior que contenía el continente europeo, Asia y África. Además había una inscripción también en letras doradas que no leía desde donde me encontraba. Me acerqué por curiosidad y porque una campana había sonado en mi cabeza. Para mi deleite y sorpresa, conforme me acercaba, leí la palabra VEGA en ella, una de las pocas que pude reconocer. Era un monumento conmemorativo a la circunvalación de Asia y África que la expedición del Adolf Erik Nordeskjold había efectuado en el Vega durante los años 1878 y 1880.
Memorial al viaje del VEGA 1878-1880, Svensksundsparken, Skeppholmen Estocolmo. |
Sabía que había más estatuas y tumbas que visitar en Estocolmo pero al día siguiente nos pusimos en marcha iniciando el largo recorrido hacia el sur que teníamos previsto. Visitamos Visby, Oskarshan, Kalmar y después Karlskrona. No tenía previsto ver nada relacionado con lo "Polar" en aquellas ciudades, pero en los huecos tontos en el tren aproveché para hacer un poco de investigación al respecto y pude encontrar algunas referencias curiosas sobre las cuales tenía que indagar.
En Karlskrona, en principio, no tenía marcado ningún pin en mi mapa de monumentos polares, pero profundizando acerca de la expedición del Vega, averigüé que su capitán Louis Palander había nacido precisamente allí, también que el Vega había sido reformado intensamente para su viaje bajo la dirección del propio Palander.
Louis Palander |
Vega and Lena plans upgrading plans |
Después de hacer la habitual cuadrícula de reconocimiento del lugar, acabamos en el museo marítimo donde no pude encontrar nada relacionado con la expedición del Vega ni con Louis Palander, pero la visita mereció la pena, en la parte dedicada a submarinos tenían un submarino entero dentro del museo, como el Vasa de Estocolmo, los suecos son únicos metiendo barcos enormes dentro de edificios. Además, te podías meter dentro del submarino y darte un buena vuelta por su interior.
No me fui de vacio en cualquier caso, durante un corto trayecto en barco que realizamos para visitar una fortaleza cercana, pude ver el astillero antiguo donde se supone que se hicieron las reparaciones del Vega.
Otros exploradores polares de renombre anduvieron cerca de esta ciudad, el propio John Ross, el comandante de la expedición que puso el pie por primera vez el pie en el polo norte magnético, participó en las maniobras militares británicas frente a Karlskrona.
Después de Karlskrona, pasamos por Malmo, la ciudad que se emplaza al otro lado del Oresund enfrentada a Copenhagen. No pude encontrar en esta ciudad ninguna referencia polar pero me topé con una agradable curiosidad relacionada lejanamente. El SS Bore, el primer rompehielos a vapor que se conoce y que se empleaba en mantener un canal libre de hielos que permitiera el trasiego marítimo entre Dinamarca y Suecia. La "conexión polar" viene de que fue utilizado en la película "The Flight of the Eagle" sobre la expedición de Andrée en globo al polo Norte.
SS Bore, Malmo, Suecia. |
Fotogramas de la película EL Vuelo del Águila. |
Torellbrunnen, Varberg, Suecia |
Otto perdió a su padre muy prematuramente y se enfrascó desde muy joven en sus estudios e investigaciones científicas los cuales se centraron en la fauna marina de las costas de Suecia. El descubrimiento de que algunos de los fósiles de dicha fauna marina correspondieran a fauna ártica, le llevó inmediatamente a la controvertida por entonces conclusión de que el sur de Suecia había conocido tiempos más fríos en el pasado.
Para poder confirmar esta hipótesis necesitaba profundizar en el conocimiento de la glaciología, tendría que aprender que tipo de marcas, estrías, rocas y estructuras dejan los glaciares al retirarse para así poder compararlas con las que pudiera observar en las regiones más meridionales donde se suponían debían de haber estado tiempo ha. De esta manera inició el largo periplo "glaciológico" que le llevó a visitar Islandia, Spitzbergen y Groenlandia.
Otto se convirtió en una eminencia en el conocimiento acerca de la última glaciación del Pleistoceno pero sin embargo, apenas produjo literatura científica al respecto. Torell, buscó asesoramiento en los "expertos árticos" de la época, que allá por mediados del siglo XIX eran precisamente aquellos que habían estado tratar de localizar a la desaparecida expedición de Franklin. Leopold McClintock y Sherard Osborn le asesoraron bien y también el veterano danés Carl Petersen, que habitaba en Groenlandia desde los veinte años de edad y que había participado en varias de las expediciones de búsqueda de Franklin con McClintock, William Penny y Eliza Kent Kane Carl acompañó a Otto en varias de sus expediciones.
Carl Petersen |
Adolf Erik Nordeskjold , solo cuatro años menor que Otto, participó en un par de expediciones como segundo líder de la expedición, encontraría seguramente con ello la formación y entrenamiento necesarios que le llevarían años más tarde a lograr atravesar el pasaje del Noreste de una pieza.
Hotel Gastis, anteriormente la casa familiar de Otto Martin Torell |
Después de Varberg tocaba parada obligatoria en Gotemburgo, Allí tenía una visita que hacer aunque me llevaría algún tiempo localizar el lugar, la tumba de Otto Nordeskjold. Otto fue el comandante de una expedición a la Antártida sueca que se realizó entre 1901 y 1904 y que acabó, como viene a ser habitual en estas regiones, con el hundimiento de su barco que había sido bautizado con el muy apropiado nombre de "Antartic". Otto había desembarcado con un puñado de científicos en una isla de la península antártica con la intención de invernar y realizar todas numerosas tareas científicas. El barco capitaneado por el noruego Carl Anton Larsen naufragó poco después dejando a Carl y al resto de su tripulación sin preparativos suficientes a la merced de los elementos con todo un invierno antártico por superar por delante. La expedición solo perdió a un hombre, Ole Wnnersgaard, el resto fue rescatado por una expedición de rescate Argentina.
Encontrar el lugar donde reposan sus restos fue el resultado de una intensa tarea de investigación. Solo sabía que se hallaba en el cementerio Ostra Kyrkogarden, un poco alejado del centro. También disponía de una foto que mostraba la lápida y parte de lo que se encontraba detrás de ella. El terreno era plano, había una especie de mausoleo detrás con una estatua que representaba una figura humana y al fondo se apreciaban los tejados naranjas de unas casas algo lejanas.
No había ningún empleado a mano a quien preguntar, tampoco había nadie en la iglesia. Los cementerios en Suecia no son muy diferentes a los parques, las bicis y los viandantes pasean por los viales tranquilamente de camino a casa o al trabajo. Algunos paran ocasionalmente frente a alguna tumba y murmuran algo a su acompañante pero no me atreví a iniciar una encuesta molestando a los transeúntes, en su lugar, subí raudo a la colina que se alzaba justo detrás de la iglesia pensando que sería el lugar preciso donde alguien de tal importancia debía de estar enterrado. El terreno era llano y era suficientemente amplio para que existiera la posibilidad de que varias hileras de tumbas se situaran en un mismo plano con tejados al fondo por debajo de él. Tenía que ser allí arriba, tenía que ser... pero no vi nada. No alcancé a encontrar el mausoleo decorado con estatuas, que era la pieza clave con la que contaba para encontrar la tumba. Bajé de nuevo la colina y comencé a explorar poco convencido los alrededores, no podía ser, desde allí abajo no había perspectiva, tenía que estar en alto. El problema era que había varias colinas como aquella a la que había subido ya y no tenía demasiado tiempo así que decidí marcharme y darme por vencido, pero como aquel que mira atrás por última vez desesperado esperando encontrar algo que ha perdido y que no espera ver, volví a subir para echar un ultimo vistazo. Esta vez, y a pesar de las prisas, no pasé por alto un caminillo que subía a la verdadera cumbre de la colina que la vez anterior me había pasado inadvertido, subí y,... allí estaba, una piedra plana, lisa, sin florituras de ningún tipo. Austera y humilde plagada de nombres familiares. Allí estaba Otto.
Otto Nordeskjold tumba familiar |
Fue un momento algo emotivo, porque de repente, cuando me encontré frente a él, pensé, cuantos habrían dedicado un rato a hacer lo que yo estaba haciendo, me sentí un poco friki, pero al mismo tiempo un poco orgulloso pensando que si Otto hubiera podido saber que le había regalado estos minutos de mis vacaciones se habría reído seguramente.
El Antarctic había partido precisamente de Gotemburgo cuando se dirigió a su tumba marina al otro lado del mundo. No encontré ningún memorial en su honor en la ciudad pero puede que en alguno de sus museos hubiese algo pero no visitamos ninguno.
De Gotemburgo partimos de regreso a Estocolmo en tren sin hacer escalas, pasando de largo el enorme lago Vatten que se encuentra en el interior del país y a cuyas orillas se encuentra Granna, la ciudad de nacimiento del ingeniero Salomon Andrée, el visionario explorador polar que desapareció tratando de alcanzar el polo norte en globo. Allí en Granna se encuentra el museo que le rinde homenaje y que alberga algunas de los restos que de su expedición se encontraron. En fin, otra vez será.
Una vez de vuelta en Estocolmo pude visitar un par de sitios que tenía muchas ganas de conocer y que no me supusieron desplazarme demasiado lejos del centro, la estatua del Vega en el observatorio, una preciosa escultura que combina belleza y poder. El barco se ofreció a mi vista de repente ,mientras ascendía la colina en la que se alza el edificio, a través de una pequeña ventana formada entre las hojas rojas de los arboles del parque que rodea al observatorio. Una esbelta figura dorada, manchada por el paso de la intemperie que cabalga sobre unas imponentes olas verdes.
Mas tarde visitamos el ayuntamiento, un espectacular edificio tosco y brutal por fuera pero precioso por dentro, en cuyas arcadas exteriores se encuentra una placa conmemorativa de la expedición de Salomon Andrée de la que antes hemos hablado.
No visité sin embargo, por falta de tiempo la tumba monumento y homenaje a este atrevido Aeronauta, y la de sus acompañantes, Nils Strindberg y Knut Fraenkel. Ésta se encuentra en Norra begravningsplatsen, al norte del centro, cerca de la zona universitaria, y alberga los restos incinerados de los tres desafortunados exploradores. La historia de estos tres hombres también es objeto de una publicación por si sola, solo diré que los cuerpos de los tres hombres, junto con sus diarios, y fotografías fueron encontrados por causalidad, 30 años después de que el cielo del polo Norte los engullera, en la isla blanca, al norte de la Tierra de Francisco José. Si alguno dispone de tiempo y ganas, puede leer mi relato de ficción inspirado en hechos reales acerca de la expedición aquí.
Tampoco pude visitar en Estocolmo la tumba de Otto Martin Torell en Brännkyrka kyrka, el Meteorito que Adolf Erik Nordeskjold trajo de Disko Bay en Groenlandia que se encuentra en museo de historia natural de Estocolmo ni el parque Finn Malgrem plan donde hay otra emotiva estatua que recuerda el momento de la muerte de Finn Malgrem. Tengo que aprovechar este momento para agradecer a Marie Lennersand que me proporcionó varias localizaciones, especialmente vinculadas con Finn Malgrem.
En Estocolmo hay todavía algún que otro rinconcillo precioso donde sorprende encontrar algunas calles dedicadas a estos valerosos exploradores. Después de visitar el museo Vasa nos encaminamos dar una vuelta por Beckholmen, una pequeña isla que fue en tiempos un astillero y que ahora lo sigue siendo pero dedico exclusivamente a reparaciones. Todavía se pueden visitar los antiguos diques secos y dar una vuelta por las callecillas que suben hasta la cima de la colina que forma la isla. De camino allí, me topé por casualidad con calles con nombres tan conocidos para mí como Nordeskjoldgata y Andreegata:
Nordeskjold y Andreegatan, Estocolmo |
Finn perdió la vida convirtiéndose en otro mártir de la historia de la exploración polar en su fútil intento de buscar ayuda después de sobrevivir al accidente del Italia de Umberto Nobile de 1928 intentando alcanzar el Polo Norte. Su muerte está muy bien representada en la película "La Tienda Roja", donde un Amundsen poco realista que aparece pobremente representado por un improbable Sean Connery. En la película Finn Malgrem es caracterizado por un apuesto Eduard Martsevich que cae en un agujero en el hielo y que cuando se da cuenta de que no puede continuar avanzando, ofrece sus ropas a los dos italianos que le acompañan y se inmola en el hielo para permitir que sus compañeros sobrevivan. En la realidad, su muerte está rodeada de misterio, cuando los dos italianos fueron rescatados, aparecieron ciertas evidencias que sugerían que el cuerpo de Finn Malgrem pudo haber sido utilizado por sus compañeros como alimento para subsistir, algo por lo que no hay que escandilizarse y que en general es bastante habitual en las crónicas polares.
Momento en el qu FInn Malgrem abandona toda esperanza y cede su ropa de abrigo a los dos italianos que le acompañan, fotograma de La Tienda Roja sobre la expedición de Nobile al polo norte. |
Finn Malgrem grave and memorial |
Malgrem había comenzado su andadura aventurera cuando pasó un año (1917-18)en el observatorio meteorógico de Partejakka en las montañas de suecia. Un aislado y desolado lugar alejado 33 km, del pueblo más cercano donde el y otro compañero tuvieron que lidiar con las más duras condiciones meteorológicas, tomar medidas cada hora durante 24 horas. Allí perdió a su compañero Manne Hofling en una ventisca de nieve, mientras trataba de conseguir provisiones, ya que su proveedor habitual les había fallado. Aquella fue una dura experiencia no muy lejana de lo que serían las condiciones a las que se enfrentaría en el futuro y que eventualmente le llevarían a la tumba. Pero, tampoco es objeto de esta publicación profundizar ahora en la vida de este hombre es algo que haré en otra publicación más adelante dedicada en exclusiva a él.
Por terminar, que creo que ya me he extendido más de lo previsto y de lo prudente, os diré que en el transcurso de esta quincena he podido profundizar un poquito más sobre la exploración polar sueca y he aprendido muchas cosas. Creo que es una parte de la historia del descubrimiento de estas regiones que algunos tenemos algo olvidad y en la que no hemos profundizado demasiado porque nos absorben quizás con mayor interés otras aventuras polares más populares.
La exploración sueca de las regiones polares, como anticipaba al inicio de la publicación, se distingue por su marcado carácter científico, y eso la distingue de muchas de las exploraciones realizadas hasta la fecha. Es cierto que ya desde principios del siglo XIX, cuando los británicos se abalanzaron en su asedio definitivo sobre el pasaje del Noroeste, ya se hacían multitud de experimentos y mediciones en el transcurso de las expediciones de naturaleza militar que se realizaban, pero fueron seguramente los suecos los primeros que organizaron viajes con el único propósito de realizar investigación científica y no de rascar grados de latitud norte al viejo gran ombligo.
Para aquellos que como yo quieran sumergirse en las aventuras y desventuras de estos pioneros, puede hacerlo en el libro en versión pdf y disponible libremente, pero en inglés, aquí.