KABLOONAS

KABLOONAS
Burial of John Franklin. Author: me

KABLOONAS

Kabloonas is the way in which the Inuit who live in the north part of Canada call those who haven´t their same ascendency.

The first time i read this word was in the book "Fatal Passage" by Ken McGoogan, when, as the result of the conversations between John Rae and some inuit, and trying to find any evidence of the ill-fated Sir John Franklin Expedition, some of then mentioned that they watched how some kabloonas walked to die in the proximities of the river Great Fish.

I wish to publish this blog to order and share all those anecdotes that I´ve been finding in the arctic literature about arctic expeditions. My interest began more than 15 years ago reading a little book of my brother about north and south pole expeditions. I began reading almost all the bibliography about Antarctic expeditions and the superknown expeditions of Scott, Amundsen, Shackleton, etc. After I was captured by the Nansen, Nobile and Engineer Andree. But the most disturbing thing in that little book, full of pictures, was the two pages dedicated to the last Franklin expedition of the S.XIX, on that moment I thought that given the time on which this and others expeditions happened, few or any additional information could be obtained about it. I couldn´t imagine that after those two pages It would be a huge iceberg full of stories, unresolved misteries, anecdotes, etc. I believe that this iceberg, on the contrary than others, would continue growing instead melting.



jueves, 26 de diciembre de 2019

PAULATUK, UN COMIENZO - Por Nick Aglikti

Publicado originalmente por Nick Aglikti en septiembre de 2003 en su blog: Ol' Sam. A Work in Progress. 

NOTA DEL TRADUCTOR:


Las redes sociales tienen sus cosas buenas y sus cosas malas, por un azar caprichoso del destino, el que suscribe, un desconocido entusiasta de la historia de las regiones polares y en particular de la expedición perdida de Franklin, se topó con este buen hombre llamado Nick Aglikti. Un Canadiense, de origen inglés, ahora retirado, con el que he entablado una relación de amistad virtual que ha trascendido de compartir el común entusiasmo por ciertas cuestiones polares a compartir recetas en Facebook. 

Nick y yo mantenemos un agradable chat (casi diario, diría yo) que suele empezar con un entusiasta "Andrés, mi amigo" o "Andrés cowboy" en el que discutimos acerca de los más variopintos temas. Una práctica que hace que Nick se haya convertido en uno de mis amigos "Overseas" virtuales favoritos.  

Nick, entre otras cosas, fue un empleado de la ya extinta e histórica Hudson Bay Company que trabajó durante los años 60 en algunos de los más remotos y espeluznantes rincones del  ártico Canadiense y que pudo vivir y experimentar en sus carnes algo de lo que muchos de nosotros solo hemos podido leer en los libros. Creo que Nick vivió allí en  una época de transición que, como ocurre con todas, no se va a volver a repetir, pero cuyo sabor a "auténtico" es innegable y se puede respirar en cada una de las anécdotas que ha publicado en su blog "Ol' Sam. A Work in Progress. 

Por desgracia, muchos vivimos influenciados solo por lo que publican y expresan los grandes y conocidos personajes, sean estos aventureros, escritores, historiadores, periodistas, etc. pero no debemos olvidar la "chicha" que se alberga en los recuerdos de aquellos que han tenido "experiencias" de primera mano y que sin embargo son y serán siempre absolutos desconocidos. 

El viejo Nick, en un momento dado de su vida, decidió dar a conocer algunas de sus aventuras en su blog. De alguna manera quiso compartir con el mundo esa parte de su vida, que sin duda fue muy singular y dejó una honda impresión en él. Supongo que la mayoría de sus lectores son veteranos de aquella época que pasaron algunos años en el "Lejano norte" experimentando situaciones similares a las vividas por Nick. Desde luego, no creo que dentro de sus expectativas estuviera llamar la atención de un español que lo más cerca que ha estado de aquellas regiones ha sido a través de los libros que se ha leído. 

Probablemente, las "historias de Nick" no vayan a ver la luz jamás en las páginas de un libro, pero al menos por mi parte trataré de darles toda la visibilidad posible en mi entorno cercano traduciéndolas una a una y poco a poco al castellano. El trabajo duro ya está hecho por su parte,  haberse decidido a escribirlas y publicarlas, un esfuerzo que no todo el mundo está dispuesto a hacer. Nick no es un gran escritor ni aspira a serlo ni falta que le hace. Con sus frases cortas y directas, llenas de interjecciones, expresiones literales y algún taco ocasional, dan vida a la vida "sencilla"  que le tocó vivir durante buena parte de su vida. Sus aventuras no tienen necesariamente una estructura amigable para el lector donde podamos identificar una adecuada introducción, desarrollo y posterior desenlace, sino que a a veces empiezan y terminan de forma abrupta sin llegar a concluir de manera especialmente literaria, algo que desde mi punto de vista se suma al encanto que emana de todas ellas.

Espero que las disfrutéis. Aquí os dejo la primera que he traducido "PAULATUK, UN COMIENZO". Donde Nick nos cuenta como transcurrió su aterrizaje en lo más remoto del ártico Canadiense. Probablemente alguna de sus aventuras o comentarios os pongan los pelos de punta, pero pensad que aquello, durante los años que trabajó allí, debió ser lo más parecido al lejano oeste.



Habiendo escapado de Cambridge Bay y del Ártico temporalmente, en un intento fallido de obtener mi licencia "M" como mecánico de aeronaves, me inscribí en NWTAirways ...

Pasé los siguientes diez meses en Yellowknife, trabajando en la industria de las avionetas (Bush planes). Aunque en realidad no hice mucha ingeniería allí. Mi trabajo consistió básicamente en bombear combustible de aviones (Avgas), cargar y descargar pequeñas avionetas y hacer las reparaciones mecánicas menores de las que mi jefe me consideraba capaz.

Pasé largas horas de verano sentado en el asiento derecho del copiloto, mientras transportábamos personas y suministros a una variedad de pequeñas aldeas, refugios de pesca y campamentos mineros.

Las vistas, cuando volábamos a gran altura sobre la taiga y la tundra del Subártico canadiense, eran espectaculares. Muy a menudo, el piloto en el asiento izquierdo me dejaba "pilotar". Llevábamos las ventanas laterales abiertas y el ruido del gran motor radial Pratt y Whitney del morro era ensordecedor. Los olores del Avgas, aceite caliente, aluminio, cuero, carga y motor caliente, se mezclaban formando una combinación estimulante y embriagadora. ¿Podéis imaginaros la sensación?

Y ahí estaba yo, volando muy alto por encima de los tierras baldías (barren lands), navegando siguiendo una trayectoria y pilotando una avioneta mientras el piloto dormitaba a mi lado. Si subiera demasiado o bajara mucho, sus oídos lo notarían, se despertaría, me golpearía el brazo y me preguntaría que qué pensaba que estaba haciendo. Me encantaba. Una experiencia increíblemente emocionante para un joven de 23 años, recién salido de la cuna, por así decirlo.

A mediados de julio, comencé a ser sondeado por un agente del Gobierno Federal. Me preguntó si estaría interesado en ser contratado para un puesto temporal como Oficial Técnico de primera en Desarrollo local. Algunas de las preguntas que me hizo me indicaron que el puesto de trabajo estaría en Paulatuk, en los Territorios del Noroeste (NWT). Sería el responsable de ayudar a la población local de Inuvialuit, tendría que establecer una  Cooperativa de propiedad y operación local cuya economía se basase en sus propios recursos.


Ubicación de Paulatuk, costa norte de Canada, enfrentado a la isla de Banks
Todavía sintiendo la "llamada del Ártico" (The call of the north) y creyendo en las promesas de que me esperaban tiempos mejores (trabajo fijo en el gobierno, buena paga y beneficios completos) y una vez que había demostrado mi valía, me dejé convencer. Le dije adiós a mi novia y a mis planes de convertirme en mecánico aeronáutico y volé a Inuvik. Un par de semanas de prácticas de orientación y otra de vuelo después, llegué a Paulatuk.

 ¡Ay! casi me había olvidado de ello en Yellowknife; Mi primera impresión al llegar fue sentir la frescura de la fría y limpia brisa siempre presente del Océano Ártico. No importa qué estación del año sea, a menos que sea un día excepcionalmente tranquilo, la mayoría de la gente te dirá que el aire es lo primero que notan al llegar. El aire de la costa ártica es fresco, vigorizante, frío y claro. Se puede sentir como se respira, se percibe en la base de las fosas nasales y puede hasta quitarte el aliento. Se trata literalmente de un "soplo de aire fresco". Sin embargo, nuestra reacción inicial ante esta brisa es ... buscar refugio.

Mi segunda impresión fue la de volver a estar solo de nuevo en el mundo Inuit.

Paulatuk se sitúa en la base de la península de Parry, en la bahía de Darnley, cerca del rio Hornaday, cerca del recientemente creado. Parque Nacional Tuktuk Nogait.

Posición de Letty Harbour (Paulatuk) en la península de Parry
Edificios restantes en Letty Harbour, el de más abajo es el viejo almacén donde dormiamos y el que está un poco más arriba es la casa encantada.
Desde tiempos inmemoriales, Paulatuk, ha sido un campamento de pesca de temporada. En algún momento, una misión católica romana, lo completó con una diminuta iglesia y barracones para el párroco.

No sé exactamente la cronología de los hechos, pero durante la guerra fría comenzó la construcción de los radares de la DEW Line y una gran cantidad de la antaña semi-nómada población local Inuit se trasladó y tomó residencia permanente cerca de la estación de Radar de cabo Parry. Algunos consiguieron un trabajo remunerado en la construcción, o como ayudantes de campo de la DEW Line.

La historia cuenta que, desde la llegada de los balleneros, esta misma gente y sus familias experimentaron problemas con el alcohol. A mediados de los sesenta, la construcción había finalizado, la DEW Line estaba al límite de la obsolescencia y el empleo se había literalmente extinguido. La "gente" (N.d.T.: como ellos mismo se denominan), con poca cosa que hacer, fueron atrapados pronto en una vida entre el alcoholismo y la asistencia social. Aquel fue el preciso momento en el que llegué allí.

Sorprendentemente, alguien del gobierno tomó nota de su situación y se tomó la decisión de recolocar y realojar estas desafortunadas almas. De acuerdo con ellos, Paulatuk fue elegido para ser su residencia permanente. Se construyeron rápidamente ocho casas muy básicas y un edificio vacío que serviría como tienda-almacén en el campamento de pesca aledaño a la misión.

Increíblemente, después de toda una vida, el viejo párroco, un tal Fr. de Hurlevent, todavía vivía allí. Espero haberlo deletreado correctamente... aunque seguro que no. Además de, al menos francés, Latín y quien sabe que más, hablaba un inglés no muy bueno con un acento muy marcado. También hablaba un excelente, y probablemente también con acento marcado, Inuktitut. Su conocimiento y capacidad de hablar el lenguaje Inuit era tan bueno y puede que mejor que el del legendario Duncan Pryde.

Durante aproximadamente treinta años, aquel viejo párroco había vivido casi enteramente solo, en aquel sucio, pobremente iluminado e insuficientemente calefactada misión. Era visitado ocasionalmente por sus parroquianos. Tiempo después, comenzó a hablarme sobre si mismo. Todo lo que recuerdo ahora es que había venido directamente desde Francia, que había nacido en el valle del Rhone y que mucho antes, sus ancestros, Sarracenos, habían invadido Francia desde el Norte de África. Era de descendencia árabe.

En la época en la que llegué, creo que su sistema de calefacción era de gasóleo pero años antes, la iglesia y su vivienda se calentaba con carbón de baja calidad el cual se extraía localmente de las cortados del final del cañón del rio Hornaday. Recientemente, en un folleto publicado acerca de Paulatuk, leí que el carbón procedía de las Smoking Hills, a cientos de millas de distancia. No es cierto, esa es una zona totalmente diferente. Creo que tenía una radio transmisor alimentado por un banco de baterías que mantenía cargadas con un molino. Ahora que lo pienso, efectivamente debía de tener una radio, porque yo si que no la tenía, y sin embargo de forma regular, eramos capaces de transmitir nuestras necesidades al mundo exterior.

Se me había reservado una chabola básica de 5x5 metros de dos habitaciones como alojamiento. Tenía un gran ventanal frontal y mi dormitorio se separaba de mi salón-cocina-comedor por un corto murete. Dicho murete no llegaba al techo porque de otra manera no habría circulación de aire y mi dormitorio estaría tan cálido como el interior de una nevera. Se calentaba mediante una estufa de Fueloil Coleman con un tanque de cinco galones adosado a la parte trasera

La luz la proporcionaba unas linternas de gasolina también marca Coleman. Pedí un kit de radio AM y antena de Inuvik.

Mi entretenimiento nocturno consistía en saltar de una emisora a otra con mi radio AM. Las estaciones de radio de lugares tan lejanos como Thule Groenlandia (AFRTS) y Boston Mass. (WBZ) se desvanecerían de manera fantasmal. Mi estación favorita era WBZ. Escribí a uno de los DJ (Karl Desueze), para decirle que había escuchado su programa. Incluso me respondió. Joe y yo nos sentamos en la playa una noche para escuchar lo último de los Beatles en directo para la radio. Una experiencia "Etérea", por decir algo.

Los objetivos asignados a este improvisado Oficial técnico de primera (de desarrollo), (yo), eran:
Reavivar la automotivación y el orgullo; intentar sacar a estas buenas personas del amparo de las prestaciones sociales; ayudar a algún local de cierto estatus y educación, en el establecimiento y operación de una tienda-almacén Cooperativa y establecer una pesquería local de trucha ártica.

Ay madre, ¡Que embarazoso!. Lo primero que hice, observado por el funcionario del Gobierno que me había acompañado, fue convocar una "reunión de todo el pueblo" para presentarme y establecer la "ley". Solté un montón de tonterías acerca de cómo tenían que cambiar sus hábitos, volver a la tierra y, básicamente, convertirse en ciudadanos canadienses productivos. ¿Qué sabía yo al respecto? Poco la verdad. Bill Hagen me había contratado solo porque era un ex-HBC y siempre estaba a mano cuando necesitaba cualquier cosa. En realidad, tan solo estaba regurgitando las directrices que me habían enseñado los burócratas en Inuvik. Mi audiencia debió de divertirse mucho con mi ingenuidad, pero fue demasiado educada para demostrarlo.

Al final, resultó que la gente de Paulatuk fue de las mejores con los que tuve el placer de interactuar. No había bebida, el lugar estaba "seco". Estaban felices de estar allí, lejos de la línea de radares. Eran personas independientes de mentalidad fuerte. Conocían íntimamente su territorio y me perdonaron  el estúpido discurso que pronuncié al llegar.

Entre otros "bonuses" de la comunidad se incluía: la ausencia total de la presencia de la Policía Montada del Canadá RCMP, que no había escuela, no tenían maestros, no tenían carreteras, no tenían centro de salud y ninguna interferencia del gobierno o representante que no fuera yo. Dudo que la población total, incluidos los niños, el sacerdote y yo, superara los cuarenta.

Mis primeros días los pasé visitando a las diferentes familias, entreteniéndome y siendo entretenido a base de mucho té, café y bannock. Traté de averiguar quién era quién y a quién podría alistar como aliado. Conocí a Garret Ruben, el nominado para convertirse en el gerente de la cooperativa. Era brillante, y resultó ser un excelente portavoz de la comunidad que estaba entusiasmado con la idea de montar la tienda.

Conocí también a Billy Rueben, que en su tiempo fue un gran sostén para su familia. Lamentablemente, un accidente que afectó los tendones de su rodilla y la falta de atención médica rápida y adecuada lo dejó parcialmente lisiado.

Billy era un gran narrador de historias. Hablaba bien inglés, la mayoría de la gente lo hacía. Billy conocía a todos los animales como si fueran sus parientes y pasaba horas conmigo tomando té y café, instruyéndome acerca de sus costumbres. Contando cómo solían ser las cosas antes, historias de caza y fantasmas, masacres, batallas con los indios en el pasado cuando los caminos de los inuit y los indios se cruzaban.

La esposa de Billy, Bertha, era una mujer grande y genial. Llevaba siempre un estampado Millefiori e "Madre Hubbard". En invierno, simplemente se ponía más capas debajo. En el correo transportado en el mismo avión en el que llegué yo, recibió algunos dientes postizos nuevos. No encajaban bien y se salían continuamente de su boca. Ella se reía al respecto, al igual que lo hacían todos los demás presentes en la habitación. Los mantenía dentro poniendo la mano sobre su boca. Bertha era una mujer muy tradicional. Probablemente fue una de las últimas en disponer del verdadero conocimiento de su "país". Hacía el mejor bannock que he comido nunca. Donde quiera que fuera, Bertha siempre ganaba los concursos de desollado de focas y de té de Inuvik.

Me hice amigo de su hijo Joe. Tenía aproximadamente mi edad y poseía probablemente tanto conocimiento local y tradicional como tenía su papá. Joe se convirtió en mi compañero. Pasamos mucho tiempo haciendo cosas juntos. Le debo mucho a Joe por haberle enseñado a un hombre blanco bastante estúpido, cómo hacer las cosas de la manera correcta. Joe también era un gran fantasma, pero fiable como el infierno cuando hacía falta. Ahora en retrospectiva, me he dado cuenta de que también me soltó en su momento un montón de bobadas inofensivas.

Después de haber pasado unos días en el pueblo una noche me invitaron a una cacería de focas. Nada formal, solo varios tipos en un par de canoas de transporte, saliendo a la corriente de hielo, sentados bebiendo té y esperando a que algo al alcance se asomara por encima del agua.

Imagínate; crepúsculo, calma chicha, agua de un color gris acero; un témpano de hielo de un cuarto de acre suspendido en el espacio; sin tierra visible; rodeado de un silencio casi completo, la blancura del hielo, el suave y decreciente chapoteo del agua sobre el hielo producido por la estela de nuestras canoas, los murmullos de voces calladas, el silbido de la estufa del campamento mientras hervía agua para el té, todo envuelto en una ligera capa de niebla.

A pesar de que había luz del día las 24 horas, si estaba neblinoso o nublado, como esa noche, se podía poner bastante oscuro y sombrío en las primeras horas del amanecer. No había muchas focas en la zona aquella noche. Nos sentamos allí bebiendo té y disparando ocasionalmente a los patos que eran lo suficientemente desafortunados de ponerse a tiro cuando estaban al alcance de nuestra vista. Esperamos a que la niebla se despejara y el sol estuviera más alto para poder ver mejor a nuestro alrededor.

Aquella noche me enteré de que se podía atraer a las focas raspando algo afilado en el hielo o dando unos pocos golpecitos en la borda de la canoa con un cartucho de escopeta. Las focas son curiosas por naturaleza, pocas han tenido contacto con el hombre. No tienen ni idea del peligro en el que se encuentran. Si uno se queda quieto, una foca se le acercará a unos pocos metros.

Escrutando la niebla, tratando de orientarme y tener algo de perspectiva, vi movimiento en el agua. ¿Qué era aquello? Una foca. ¿Como está de cerca? Difícil de decir. De manera fantasmal, parece estar flotando en un espejismo. Apunté mi calibre 22 lo mejor que pude con aquella luz, disparé a bocajarro. ¡Crack! Chapoteo.

-¿A dónde diablos fue? Mierda, fallé -

Alguien preguntó a qué había disparado. Dije:

-Una foca-

Se hizo el silencio mientras todos la buscaban. Nada. Después de un rato, el té y la conversación se reanudaron. Algún tiempo después, alguien vislumbró el cuerpo de una foca a la deriva por el borde del hielo.

- ¿De dónde salió eso? Es a la que le disparaste. -

Efectivamente, había un agujero, justo entre sus ojos.

  -¡La mataste, gran disparo!-

Mis amigos estaban impresionados por mi aparente buena puntería, yo también, considerando que había sido pura suerte. Estaba tan feliz... mis otras habilidades podían estar en tela de juicio, pero para esta gente, al menos, era un buen tirador.

En todos mis años en el norte, nunca tuve un rifle de gran calibre. Ocasionalmente, si lo que iba a hacer requería uno, lo tomaba prestado.

Siempre llevaba un rifle de calibre 22, a veces solo mi pistola Colt Woodsman, a veces ambas. Posteriormente, en Yellowknife, me gustaba llevar encima  un  calibre 44. Tenía dos, un S&W y un Ruger Blackhawk. Mi arma de fuego de repuesto era de cinco disparos, acción de bombeo, calibre 12. escopeta con una variedad de proyectiles. Balas,  postas 00 y algunos perdigones. Una escopeta es probablemente el arma más versátil jamás inventada.

Sin un permiso de armas especial, que son difíciles de obtener, llevar una pistola en el monte en los territorios del Noroeste es totalmente ilegal. Sin embargo, por seguridad y conveniencia, a menudo lo hice. Hmmm, creo que estoy divagando.

Las focas tienen un hábito muy peculiar. Dependiendo de la época del año se hunden o flotan cuando mueren. Durante el verano,  la foca tiene la costumbre de hundirse cuando la disparas, es mejor dispararlas con una escopeta y perdigones. Esto las ciega y les fastidia la nariz. Incapaces de bucear, es fácil arrimarlas al bote y arponearlas o engancharlas para arrastrarlas a bordo.

Al cazar focas en aguas abiertas, todo lo que uno ve es la parte superior de sus cabezas y su hocico con bigotes. Un objetivo muy pequeño, aproximadamente del tamaño de un pomelo. Tienen un cráneo muy delgado y es muy sencillo matarlas. Cuando está herida y arponeada, un buen golpe fuerte en la cabeza basta.

sábado, 16 de noviembre de 2019

TURISMO POLAR EN SUECIA

Uno no siempre tiene la oportunidad de visitar las regiones Polares, no son demasiado accesibles para muchos de nosotros, sin embargo, es infinitamente más sencillo aproximarse a la historia de su exploración si uno visita los países que dieron a luz a aquellos exploradores que forjaron con su sudor, esfuerzo, y en ocasiones hasta con su muerte, su descubrimiento.

Este año he tenido la oportunidad de pasar quince días en Suecia, durante el transcurso de los cuales he podido aprender un poco más acerca del papel que este país ha tenido en la disección geográfica y científica de dichas regiones.  

El otoño es una época magnifica para viajar al norte, las copas de los robles y abedules de hoja caduca se entremezclan con los pinos y abetos de hoja perenne presentando al espectador una paleta de colores que oscila entre el verde oscuro al rojo más rojo pasando por toda una gama de amarillos y naranjas de la que es difícil apartar la mirada...y además,... ¡¡no hay mosquitos!!.

Uppsala, Suecia
Este año decidimos viajar a Suecia y explorar bien su parte sur, dejando para otra ocasión la Laponia Sueca, ya que el que mucho abarca poco aprieta, dicen. Centramos el tiro en las principales ciudades de la región sur, que, a pesar de no estar comprendidas dentro del circulo polar, han visto nacer a varios grandes de la exploración polar.

Algo que diferencia a los exploradores polares Suecos del siglo XIX de sus homólogos británicos o americanos es que los primeros, en casi todos los casos, proceden del mundo de la investigación científica y no del militar, en breve repasaremos rápidamente y brevemente algunos sus logros y antecedentes. 

Aterricé en Estocolmo a finales de septiembre después de un desesperante retraso de tres horas en la partida del vuelo. A pesar del madrugón y del normal cabreo, como ocurre en todos los inicios vacacionales, nada mas llegar nos apresuramos a dejar las maletas en el hotel y salimos a explorar la ciudad con ansia incontenible.

Un largo paseo al atardecer, durante el transcurso del cual atravesé la céntrica isla de Gamla Stan, me llevó a la isla de Skeppholmen. Se trata de una pequeña isla que alberga varios museos, el auditorio Eric Ericsonhallen, cuya cúpula verde destaca sobre el resto de edificios, y algunos otros edificios oficiales más.

Una imponente piedra casi negra, de forma irregular como uno de esos menhires de Obelix, que se alzaba en un pequeño parque, me llamó la atención. Tenía un circulo dorado en su parte superior que contenía el continente europeo, Asia y África. Además había una inscripción también en letras doradas que no leía desde donde me encontraba. Me acerqué por curiosidad y porque una campana había sonado en mi cabeza. Para mi deleite y sorpresa, conforme me acercaba, leí la palabra VEGA en ella, una de las pocas que pude reconocer. Era un monumento conmemorativo a la circunvalación de Asia y África que la expedición del Adolf Erik Nordeskjold había efectuado en el Vega durante los años 1878 y 1880.


Memorial al viaje del VEGA 1878-1880, Svensksundsparken, Skeppholmen Estocolmo.
El círculo grabado en su parte superior muestra la ruta seguida por la expedición. Adolf Erik Nordeskjold, que fué el primero en atravesar el pasaje del Noroeste, antes de que Amundsen hiciera lo propio en el pasaje del Noroeste años más tarde. El viaje de Nordeskjold fue un gran éxito no solo en lo que a descubrimiento geográfico se refiere. Aquella gesta inspiró varias expediciones que partieron antes de que este apareciera tratando de recorrer en sentido contrario el pasaje a su encuentro entrando por el estrecho de Bering, por donde se le esperaba aparecer. Como fue el caso del USS Jeannette, capitaneado por George De Long que partió un año más tarde que Nordeskjold, o el Karluk que a su vez siguió al Jeannette. Ni George De Long ni la expedición del Karluk llegaron a buen término, pero esas son historias que otro día contaré.

Sabía que había más estatuas y tumbas que visitar en Estocolmo pero al día siguiente nos pusimos en marcha iniciando el largo recorrido hacia el sur que teníamos previsto. Visitamos Visby, Oskarshan, Kalmar y después Karlskrona. No tenía previsto ver nada relacionado con lo "Polar" en aquellas ciudades, pero en los huecos tontos en el tren aproveché  para hacer un poco de investigación al respecto y pude encontrar algunas referencias curiosas sobre las cuales tenía que indagar.

En Karlskrona, en principio, no tenía  marcado ningún pin en mi mapa de monumentos polares, pero profundizando acerca de la expedición del Vega, averigüé que su  capitán Louis Palander había nacido precisamente allí, también que el Vega había sido reformado intensamente para su viaje bajo la dirección del propio Palander.

Louis Palander

Vega and Lena plans upgrading plans
El Vega y otro barco auxilar a vapor de menor tamaño, el Lena, partieron de Karlskrona el 22 de junio de 1878 hacia lo desconocido. Karlskrona es una ciudad curiosa, no especialmente bonita pero con un cierto encanto. Mi primera parada en la oficina de Turismo terminó preguntándole al muchacho del mostrador acerca de algún tipo de estatua o exposición acerca de la expedición de Nordeskjold, acerca de su barco, el Vega y también acerca de su capitán, Louis Palander. El chico no conocía nada que estuviera relacionado con aquello de lo que le hablaba, pero al menos buscó en Wikipedia quien era Louis Palander. Me dirigió al museo marítimo, "de haber algo debe estar ahí", me dijo.

Después de hacer la habitual cuadrícula de reconocimiento del lugar, acabamos en el museo marítimo donde no pude encontrar nada relacionado con la expedición del Vega ni con Louis Palander, pero la visita mereció la pena, en la parte dedicada a submarinos tenían un submarino entero dentro del museo, como el Vasa de Estocolmo, los suecos son únicos metiendo barcos enormes dentro de edificios. Además, te podías meter dentro del submarino y darte un buena vuelta por su interior.

No me fui de vacio en cualquier caso, durante un corto trayecto en barco que realizamos para visitar una fortaleza cercana, pude ver el astillero antiguo donde se supone que se hicieron las reparaciones del Vega.


Otros exploradores polares de renombre anduvieron cerca de esta ciudad, el propio John Ross, el comandante de la expedición que puso el pie por primera vez el pie en el polo norte magnético, participó en las maniobras militares británicas frente a Karlskrona.

Después de Karlskrona, pasamos por Malmo, la ciudad que se emplaza al otro lado del Oresund enfrentada a Copenhagen. No pude encontrar en esta ciudad ninguna referencia polar pero me topé con una  agradable curiosidad relacionada lejanamente. El SS Bore, el primer rompehielos a vapor que se conoce y que se empleaba en mantener un canal libre de hielos que permitiera el trasiego marítimo entre Dinamarca y Suecia. La "conexión polar" viene de que fue utilizado en la película "The Flight of the Eagle" sobre la expedición de Andrée en globo al polo Norte.

SS Bore, Malmo, Suecia.

Fotogramas de la película EL Vuelo del Águila.
Después de Malmo, pasamos por Helsinborg y paramos posteriormente en Varberg, la ciudad natal de Otto Martin Torell.  En esta ciudad encontré varias "Polaridades", una fuente llamada Torellbrunnen ubicada en la esquina entre Sodra Hamvagen y Vastra Valgatan y también una calle con su nombre.



Torellbrunnen, Varberg, Suecia
Pero la mayor sorpresa me la encontré cuando investigando un poco sobre la vida y milagros de Otto Martin Torell averigué que el hotel en el que me alojaba era precisamente la casa familiar de este hombre. Otto Martin Torell no es tan conocido como otros grandes exploradores suecos como Adolf Erik Nordeskjold, Salomon Andrée, etc. quizás porque a él no se le deben grandes descubrimientos geográficos como Adolf o simplemente porque no murió de manera trágica como Andree o FInn Malgrem del que hablaremos después. Algo injusto desde todo punto de vista si tenemos en cuenta que se trata de alguien a quien se le considera el precursor de la exploración polar sueca y probablemente el padre de las investigaciones científicas polares.

Otto perdió a su padre muy prematuramente y se enfrascó desde muy joven en sus estudios e investigaciones científicas los cuales se centraron en la fauna marina de las costas de Suecia. El descubrimiento de que algunos de  los fósiles de dicha fauna marina correspondieran a fauna ártica, le llevó inmediatamente a la controvertida por entonces conclusión de que el sur de Suecia había conocido tiempos más fríos en el pasado.

Para poder confirmar esta hipótesis necesitaba profundizar en el conocimiento de la glaciología, tendría que aprender que tipo de marcas, estrías, rocas y estructuras dejan los glaciares al retirarse para así poder compararlas con las que pudiera observar en las regiones más meridionales donde se suponían debían de haber estado tiempo ha. De esta manera inició el largo periplo "glaciológico" que le llevó a visitar  Islandia, Spitzbergen y Groenlandia.

Otto se convirtió en una eminencia en el conocimiento acerca de la última glaciación del Pleistoceno pero sin embargo, apenas  produjo literatura científica al respecto. Torell, buscó asesoramiento en los "expertos árticos" de la época, que allá por mediados del siglo XIX eran precisamente aquellos que habían estado tratar de localizar a la desaparecida expedición de Franklin. Leopold McClintock y Sherard Osborn le asesoraron bien y también el veterano danés Carl Petersen, que habitaba en Groenlandia desde los veinte años de edad y que había participado en varias de las expediciones de búsqueda de Franklin con McClintock, William Penny y Eliza Kent Kane Carl acompañó a Otto en varias de sus expediciones.


Carl Petersen
Otto ya tenía claro por aquella época que era necesario el uso de vapor para garantizar el buen término de aquel tipo de expediciones e intentó hacerse con el Fox, el barco con el MCClintock llegó a descubrir el paradero de Franklin y sus hombres y su triste destino.

 Adolf Erik Nordeskjold , solo cuatro años menor que Otto, participó en un par de expediciones como segundo líder de la expedición, encontraría seguramente con ello la formación y entrenamiento necesarios que le llevarían años más tarde a lograr atravesar el pasaje del Noreste de una pieza.






Hotel Gastis, anteriormente la casa familiar de Otto Martin Torell
No sin cierta pena abandonamos este entrañable hotel que sorprende al visitante nada más atravesar su puerta por el alto contenido ideológico que alberga. Además, sus pasillos, habitaciones y salas están plagados de estanterías repletas de libros en todos los idiomas.

Después de Varberg tocaba parada obligatoria en Gotemburgo, Allí tenía una visita que hacer aunque me llevaría algún tiempo localizar el lugar, la tumba de Otto Nordeskjold. Otto fue el comandante de una expedición a la Antártida sueca que se realizó entre 1901 y 1904 y que acabó, como viene a ser habitual en estas regiones, con el hundimiento de su barco que había sido bautizado con el muy apropiado nombre de "Antartic". Otto había desembarcado con un puñado de científicos en una isla de la península antártica con la intención de invernar y realizar todas numerosas tareas científicas. El barco capitaneado por el noruego Carl Anton Larsen naufragó poco después dejando a Carl y al resto de su tripulación sin preparativos suficientes a la merced de los elementos con todo un invierno antártico por superar por delante. La expedición solo perdió a un hombre, Ole Wnnersgaard, el resto fue rescatado por una expedición de rescate Argentina. 

Encontrar el lugar donde reposan sus restos fue el resultado de una intensa tarea de investigación. Solo sabía que se hallaba en el cementerio Ostra Kyrkogarden, un poco alejado del centro. También disponía de una foto que mostraba la lápida y parte de lo que se encontraba detrás de ella. El terreno era plano, había una especie de mausoleo detrás con una estatua que representaba una figura humana y al fondo se apreciaban los tejados naranjas de unas casas algo lejanas.

No había ningún empleado a mano a quien preguntar, tampoco había nadie en la iglesia. Los cementerios en Suecia no son muy diferentes a los parques, las bicis y los viandantes pasean por los viales tranquilamente de camino a casa o al trabajo. Algunos paran ocasionalmente frente a alguna tumba y murmuran algo a su acompañante pero no me atreví a iniciar una encuesta molestando a los transeúntes, en su lugar, subí raudo a la colina que se alzaba justo detrás de la iglesia pensando que sería el lugar preciso donde alguien de tal importancia debía de estar enterrado. El terreno era llano y era suficientemente amplio para que existiera la posibilidad de que varias hileras de tumbas se situaran en un mismo plano con tejados al fondo por debajo de él. Tenía que ser allí arriba, tenía que ser... pero no vi nada. No alcancé a encontrar el mausoleo decorado con estatuas, que era la pieza clave con la que contaba para encontrar la tumba. Bajé de nuevo la colina y comencé a explorar poco convencido los alrededores, no podía ser, desde allí abajo no había perspectiva, tenía que estar en alto. El problema era que había varias colinas como aquella a la que había subido ya y no tenía demasiado tiempo así que decidí marcharme y darme por vencido, pero como aquel que mira atrás por última vez desesperado esperando encontrar algo que ha perdido y que no espera ver, volví a subir para echar un ultimo vistazo. Esta vez, y a pesar de las prisas, no pasé por alto un caminillo que subía a la verdadera cumbre de la colina que la vez anterior me había pasado inadvertido, subí y,... allí estaba, una piedra plana, lisa, sin florituras de ningún tipo. Austera y humilde plagada de nombres familiares. Allí estaba Otto.




Otto Nordeskjold tumba familiar
No soy un Thanato turista de esos que están ahora tan de moda, ni nada por el estilo. Mi mayor interés en encontrar la tumba se centraba en tomar algunas buenas fotos de ella y también en presentarle mis respetos a este buen señor. Aquellos exploradores que han tenido la suerte de vivir una vida plena y larga son a menudo enterrados en el olvido al contrario de lo que ocurre sin embargo con aquellos que murieron de forma trágica en las regiones polares son recordados como mártires. Nombres que en general hasta los más profanos sus nombres les suenan.

Fue un momento algo emotivo, porque de repente, cuando me encontré frente a él, pensé, cuantos habrían dedicado un rato a hacer lo que yo estaba haciendo, me sentí un poco friki, pero al mismo tiempo un poco orgulloso pensando que si Otto hubiera podido saber que le había regalado estos minutos de mis vacaciones se habría reído seguramente.

El Antarctic había partido precisamente de Gotemburgo cuando se dirigió a su tumba marina al otro lado del mundo. No encontré ningún memorial en su honor en la ciudad pero puede que en alguno de sus museos hubiese algo pero no visitamos ninguno.

De Gotemburgo partimos de regreso a Estocolmo en tren sin hacer escalas, pasando de largo el enorme lago Vatten que se encuentra en el interior del país y a cuyas orillas se encuentra Granna, la ciudad de nacimiento del ingeniero Salomon Andrée, el visionario explorador polar que desapareció tratando de alcanzar el polo norte en globo. Allí en Granna se encuentra el museo que le rinde homenaje y que alberga algunas de los restos que de su expedición se encontraron. En fin, otra vez será.

Una vez de vuelta en Estocolmo pude visitar un par de sitios que tenía muchas ganas de conocer y que no me supusieron desplazarme demasiado lejos del centro, la estatua del Vega en el observatorio, una preciosa escultura que combina belleza y poder. El barco se ofreció a mi vista de repente ,mientras ascendía la colina en la que se alza el edificio, a través de una pequeña ventana formada entre las hojas rojas de los arboles del parque que rodea al observatorio. Una esbelta figura dorada, manchada por el paso de la intemperie que cabalga sobre unas imponentes olas verdes.







Mas tarde visitamos el ayuntamiento, un espectacular edificio tosco y brutal por fuera pero precioso por dentro, en cuyas arcadas exteriores se encuentra una placa conmemorativa de la expedición de Salomon Andrée de la que antes hemos hablado.





No visité sin embargo, por falta de tiempo la tumba monumento y homenaje a este atrevido Aeronauta, y la de sus acompañantes, Nils Strindberg y Knut Fraenkel. Ésta se encuentra en Norra begravningsplatsen, al norte del centro, cerca de la zona universitaria, y alberga los restos incinerados de los tres desafortunados exploradores. La historia de estos tres hombres también es objeto de una publicación por si sola, solo diré que los cuerpos de los tres hombres, junto con sus diarios, y fotografías fueron encontrados por causalidad, 30 años después de que el cielo del polo Norte los engullera, en la isla blanca, al norte de la Tierra de Francisco José. Si alguno dispone de tiempo y ganas, puede leer mi relato de ficción inspirado en hechos reales acerca de la expedición aquí.

Tampoco pude visitar en Estocolmo la tumba de Otto Martin Torell en Brännkyrka kyrka, el Meteorito que Adolf Erik Nordeskjold trajo de Disko Bay en Groenlandia que se encuentra en museo de historia natural de Estocolmo ni el parque Finn Malgrem plan donde hay otra emotiva estatua que recuerda el momento de la muerte de Finn Malgrem. Tengo que aprovechar este momento para agradecer a Marie Lennersand que me proporcionó varias localizaciones, especialmente vinculadas con Finn Malgrem.

En Estocolmo hay todavía  algún que otro rinconcillo precioso donde sorprende encontrar algunas calles dedicadas a estos valerosos exploradores. Después de visitar el museo Vasa nos encaminamos dar una vuelta por Beckholmen, una pequeña isla que fue en tiempos un astillero y que ahora lo sigue siendo pero dedico exclusivamente a reparaciones. Todavía se pueden visitar los antiguos diques secos y dar una vuelta por las callecillas que suben hasta la cima de la colina que forma la isla. De camino allí, me topé por casualidad con calles con nombres tan conocidos para mí como Nordeskjoldgata y Andreegata:

Nordeskjold y Andreegatan, Estocolmo
Estando en Estocolmo visitamos un día Uppsala, una ciudad universitaria no lejos de la capital, donde se encuentra enterrado Finn Malgrem, meteorólogo y oceanógrafo sueco que participó en dos de las grandes hazañas de Amundsen, el viaje del Maud entre 1922 y 1925 y la travesía del polo norte en el dirigible Norge de 1926 tras la cual desafortunadamente murió a la simbólica edad de 33 años.

Finn perdió la vida convirtiéndose en otro mártir de la historia de la exploración polar en su fútil intento de buscar ayuda después de sobrevivir al accidente del Italia de Umberto Nobile de 1928 intentando alcanzar el Polo Norte. Su muerte está muy bien representada en la película "La Tienda Roja", donde un Amundsen poco realista que aparece pobremente representado por un improbable Sean Connery. En la película Finn Malgrem es caracterizado por un apuesto Eduard Martsevich que cae en un agujero en el hielo y que cuando se da cuenta de que no puede continuar avanzando, ofrece sus ropas a los dos italianos que le acompañan y se inmola en el hielo para permitir que sus compañeros sobrevivan. En la realidad, su muerte está rodeada de misterio, cuando los dos italianos fueron rescatados, aparecieron ciertas evidencias que sugerían que el cuerpo de Finn Malgrem pudo haber sido utilizado por sus compañeros como alimento para subsistir, algo por lo que no hay que escandilizarse y que en general  es bastante habitual en las crónicas polares.

Momento en el qu FInn Malgrem abandona toda esperanza y cede su ropa de abrigo a los dos italianos que le acompañan, fotograma de La Tienda Roja sobre la expedición de Nobile al polo norte.
Su actividad exploradora y científica se desarrolló durante unos años en los que Suecia no encabezó ninguna, por ello tuvo que participar en expediciones bajo otra bandera pero en Suecia es recordado con orgullo y cariño excepcionales. La tumba se alza imponente en el cementerio de Uppsala.


Finn Malgrem grave and memorial

Además de la tumba, existe una imponente estatua que muestra a un Finn Malgrem embutido en su traje de pieles que se encuentra en un parquecillo próximo a la esquina de Sysslomansgatan y Skolsgatan.




Malgrem había comenzado su andadura aventurera cuando pasó un año (1917-18)en el observatorio meteorógico de Partejakka en las montañas de suecia. Un aislado y desolado lugar alejado 33 km, del pueblo más cercano donde el y otro compañero tuvieron que lidiar con las más duras condiciones meteorológicas, tomar medidas cada hora durante 24 horas. Allí perdió a su compañero Manne Hofling en una ventisca de nieve, mientras trataba de conseguir provisiones, ya que su proveedor habitual les había fallado. Aquella fue una dura experiencia no muy lejana de lo que serían las condiciones a las que se enfrentaría en el futuro y que eventualmente le llevarían a la tumba.  Pero, tampoco es objeto de esta publicación profundizar ahora en la vida de este hombre es algo que haré en otra publicación más adelante dedicada en exclusiva a él.

Por terminar, que creo que ya  me he extendido más de lo previsto y de lo prudente, os diré que en el transcurso de esta quincena he podido profundizar un poquito más sobre la exploración polar sueca y he aprendido muchas cosas. Creo que es una parte de la historia del descubrimiento de estas regiones  que algunos tenemos algo olvidad y en la que no hemos profundizado demasiado porque nos absorben quizás con mayor interés otras aventuras polares más populares.

 La exploración sueca de las regiones polares, como anticipaba al inicio de la publicación, se distingue por su marcado carácter científico, y eso la distingue de muchas de las exploraciones realizadas hasta la fecha. Es cierto que ya desde principios del siglo XIX, cuando los británicos se abalanzaron en su asedio definitivo sobre el pasaje del Noroeste, ya se hacían multitud de experimentos y mediciones en el transcurso de las expediciones de naturaleza militar que se realizaban, pero fueron seguramente los suecos los primeros que organizaron viajes con el único propósito de realizar investigación científica y no de rascar grados de latitud norte al viejo gran ombligo.

Para aquellos que como yo quieran sumergirse en las aventuras y desventuras de estos pioneros, puede hacerlo en el libro en versión pdf y disponible libremente, pero en inglés, aquí.

miércoles, 25 de septiembre de 2019

FRANKLIN EXPEDITION LIBRARY

There is an interesting aspect of the Polar expeditions data base on which I am working on which consists on identifying all the books published related with all of them. 

The data base is not finished and may not be finished ever (I have 363 expeditions registered so far), but in the meantime and in honour of all of the members of the Remembering the Franklin expedition Facebook group, I have compiled all the books related specificaly with the Franklin expedition, fiction or not and also old and new. I don´t think any other expedition could reach the number of books of this list which overcome the 100´s, not even Scott vs Amundsen expeditions of 1911. So please, my beloved Franklinites, be prudent and think it twice before going for all of them!


I have to give a huge THANKS to the polar researcher Alison Fairchild who has kindly forwarded me an impressive list of polar books from which I could rescue many essential titles which I had omitted.

I have omitted those which tell the stories of the subsequent searching expeditions. Those are linked to their own ones,  but  I have included those books which give a broad picture about the whole history related with the discovery of the Northwest passage and also Sir John Franklin biographies.

There must be many more books out there, and in time the list will be more exhaustive than it is right now so ... don´t blame me please if any of your favourite ones is not among them, just warn me!!... and don´t doubt on telling me if there is any mistake or any duplicate, I am open to corrections and suggestions too.

Of course, you can check that the ESSENTIAL FRANKLIN BOOKSHELF, proposed by Russell Potter some years ago, is properly represented in the list below. 

While looking for them I have found some whoich are completely new to me, and also others with titles so astonishing like this one: 

"Euthanasia: a poem in four cantos of Spenserian metre on the discovery of the North-west Passage "

I hope you will enjoy the list and please, don´t forget to tell me which ones I have forgotten.

BOOK TITLE
AUTHOR YEAR
Neptune's heroes; or, The sea-kings of England, from Sir John Howkins to Sir John Franklin Adams, W. H. Davenport 1861
Crystal Vision Alan M Young
Life of Sir John Franklin and the North-west Passage (1891) Albert Hastings Markham 1891
The Ambitions of Jane Franklin: Victorian Lady Adventurer Alison Alexander 2016
Franklin: Tragic Hero of Polar Navigation Andrew D. Lambert 2010
The Gates of Hell: Sir John Franklin’s Tragic Quest for the North-West Passage Andrew Lambert
The Man Who Ate His Boots: Sir John Franklin and the Tragic History of the Northwest Passage Anthony Brandt 2011
Sir John Franklin: Expeditions to Destiny Anthony Dalton 2012
Sir John Franklin: The Man Who Ate Is Own Boots (Who Was.?) Beardsley, Martyn 2005
Deadly Winter: The Life of Sir John Franklin Beardsley, Martyn 2002
Sir John Franklin Beesly, A. H. 1881
Sir John Franklin Brandes, Karl 1854
The Ice Passage: A True Story of Ambition, Disaster, and Endurance in the Arctic Wilderness Brian Payton 2010
Euthanasia: a poem in four cantos of Spenserian metre on the discovery of the North-west Passage by Sir John Franklin Brodie, E. H. (Erasmus Henry) 1866
A sequel to the North-west passage and the plans for the search for Sir John Franklin a review Brown, John 1860
The Emigrant's Farewell Browne, Liam 2007
Weird And Tragic Shores C.C. Loomis 2000
North-West by South. A novel Cato, Nancy 1980
Tracing the Connected Narrative: Arctic Exploration in British Print Culture 1818-1860 Cavell, Janice
Weird and Tragic shores C.C. Loomis
Captain John Franklin and Sir Ernest Shackleton: The History of Britain's Most Famous Polar Explorers and Their Expeditions Charles River Editors 2018
Captain John Franklin's Lost Expedition: The History of the British Explorer's Arctic Voyage in Search of the Northwest Passage Charles River Editors 2016
Mr Barrow of the Admiralty Christopher Lloyd 1970
Franklin's footsteps Clements Robert Markham
Epitome of spirit-intercourse a condensed view of spiritualism, in its scriptural, historical, actual and scientific aspects;.. Manifestations in Nova Scotia; important communications from the spirits of Sir John Franklin Cridge, Alfred. 1854
The Terror Dan Simmons
Unravelling the Franklin Mystery Dave Woodman
Strangers among us Dave Woodman
On the Proper Use of Stars Dominique Fortier 2011
 Encounters on the Passage: The Inuit Meet the Explorers Dorothy Eber
Lady Franklin of Russell Square Erika Behrisch Elce
Narrative of the Expedition in Search of Sir John Franklin and His Party F. Leopold M'Clintock 1859
Les successeurs de Sir John Franklin scènes et tableaux des mers arctiques Feuilleret, Henri, 1880
Schwatka's search; sledging in the Arctic in quest of the
 The discovery of Sir John Franklin, and other poems
Frederick Schwtcka
Franklin, Happy Voyager. Being the life and death of Sir John Franklin G. F. Lamb, John Franklin 1956
Franklin’s Lost Ship: the Historical Discovery of HMS Erebus Geiger, John and Mitchell, Alanna
Arctic Labyrinth Glyn Williams
Life with the Esquimaux: the narrative of Captain Charles Francis Hall Hall, Charles Francis
The Navy the Company and Richard King Hugh N. Wallace
Sir John Franklin’s Erebus and Terror Expedition: Lost and Found Hutchinson, Gillian
Sir John Franklin the discovery of his fate - Forty years silence now made public J. Henry Skewes 1889
Across the top of the world James Delgado
Across the top of the world James P. Delgado
As Affecting the Fate of My Absent Husband: Selected Letters of Lady Franklin Concerning the Search for the Lost Franklin Expedition  Jane Griffin
The Franklin COnspiracy

White Horizon: The Arctic in the 19th Century British Imagination
Jeffrey Blair Latt
Jen Hill
The Melancholy Fate of Sir John Franklin and His Party, as Disclosed in Dr. Raes Report; Together with the Despatches and Letters of Captain m'Clure, and Other Officers Employed in the Arctic Expeditions John Rae, Robert M'Clure
The melancholy fate of Sir John Franklin and his party, as disclosed in Dr. Rae"s report; together with the despatches and letters of Captain M'Clure, and other officers employed in the Arctic expeditions John Rae/Robert McLure 1854
Trapped John Roobol 2019
Franklin's Fate: an investigation into what happened to the lost 1845 expedition of Sir John Franklin John Roobol
Rear Admiral Sir John Franklin a narrative of the circumstances and causes which led to the failure of the searching expeditions sent by government and others for the rescue of Sir John Franklin John Ross 1855
North with Franklin John Wilson
Graves of ice the lost Franklin expedition
Death in the Ice: The Shocking Story of Franklin's Final Expedition
John Wilson
Karen Ryan
2018
Lament the night Kassandra Alvarado
White passage Kassandra Alvarado
Zombies: The Fall of london Kassandra Alvarado
Fatal Passage Ken McGoogan 2002
Dead Reckoning Ken McGoogan
Dead Reckoning Ken McGoogan
Lady Franklin’s Revenge Ken McGoogan
Overland to Starvation Cove With the Inuit in Search of Franklin 1878-1880 Klutschak, Heinrich
Sir John Franklin: The Search for the Northwest Passage Knudsen, Anders 2007
Notice biographique sur l'amiral Sir John Franklin, correspondant de la Société de géographie La Roquette, Jean Bernard Marie Alexandre Dezos de
The Gates of Hell: Sir John Franklin's Tragic Quest for the North West Passage Lambert, Andrew 2009
Adventure to the polar sea,: The story of Sir John Franklin Lambert, Richard Stanton
Poems and Songs; with Lectures on the Genius and Works of Burns, and the Rev, George Gilfillan and Letter on Sir John Franklin and the Arctic Regions LIVINGSTON, PETER 1863
Life of Sir John Franklin and the North-West Passage Markham, Albert Hastings 1891
The Spectral Arctic: A History of Dreams and Ghosts in Polar Exploration McCorristine, Shane
Erebus Michael Palin
Heroes of Discovery Livingstone, Park, Franklin, Cook, Magellan Mossman, Samuel
ARCTIC SOLITUDES Mountevans, Admiral Lord. 1953
Arctic heroes: facts and incidents of Arctic explorations from the earliest voyages to the discovery of the fate of Sir John Franklin Mudge, Z[achariah] 1875
The Search for Franklin; Neatby, Leslie H.
The career, last voyage, and fate of Captain Sir John Franklin Osborn, Sherard, 1822-1875 1860
A POEM UPON THE LIFE AND CHARACTER OF SIR JOHN FRANKLIN OWEN A VIDAL 1860
Frozen in time Owen Beattie, John Geiger 1984
Frozen in Time: The Fate of the Franklin Expedition Owen Beattie, John Geiger 1984
Reflections on the mysterious fate of Sir John Franklin Parsons, James, 1857
Ice Ghosts: The Epic Hunt for the Lost Franklin Expedition Paul Watson 2018
Arctic Grail Pierre Berton
Sir John Franklin's Last Arctic Expedition (Search for Sir John Franklin) Richard Cyriax 1939
Wanting Richard Flanagan 2016
Lost! The Franklin Expedition and the Fate of Captain F.R.M. Crozier and the Crews of H.M.S. Erebus and Terror in 1848-1849 Richard Galaburri
The Franklin Expedition from First to Last Richard King
The Fate of Franklin Roderick Owen
Hunters on the Track Ross, Gillies W
Finding Frankllin Russell Potter 2016
Arctic spectacles Russell Potter
The Search for the North-West Passage Savours, Anne
Ice Blink: The Tragic Fate of Sir John Franklin's Lost Polar Expedition Scott Cookman 2000
The Beautiful Lie Sheenagh Pugh 2003
A narrative of Arctic discovery, from the earliest period to the present time with the details of the measures adopted by Her Majesty's government for the relief of the expedition under Sir John Franklin Shillinglaw, John J. 1850
Sir John Franklin and the Arctic regions: a narrative, showing the progress of British enterprise for the discovery of the north-west passage duing the nineteenth century Simmonds, P. L. 1853
Sir John Franklin Sir Henry Elliot
Sir John Franklin the true secret of the discovery of his fate : a "revelation" : "a little child shall lead them" Skewes, J. Henry 1889
The town of Sir John Franklin : a history of Spilsby in Lincolnshire, with notes on Eresby and other places connected therewith Smith, Harry Cotton 1892
Captain Francis Crozier: Last Man Standing? Smith, Michael
The Discovery Of Slowness Sten Nadolny 2019
The Relief of the Franklin Expedition: What Has Been Done and What May Yet Be Done Stuart, John
Thompson, George Malcolm The North-West Passage
The Life of Sir John Franklin RN Traill, Henry Duff
The discovery of Sir John Franklin, and other poems Turner, J. A 1858
Relics of the Franklin Expedition Walpole, Garth and Potter, Russell
Ice Ghosts: The Epic Hunt for the Lost Franklin Expedition Watson, Paul
Franklin and McClintock: Poems WEST, David S. 1977
The frozen Deep Wilkie Collins
James Fitzjames: The Mistery man of the Franklin expedition William Battersby
The Franklin Expedition: Or Considerations on Measures for the Discovery and Relief of Our Absent Adventurers in the Arctic Regions William Scoresby 1850
The Man Who Ate His Boots: Remarkable Story of Sir John Franklin,1786-1847 Wilson, Catherine M. 1994
Boundless: Adventures in the Northwest Passage Winter, Kathleen
Thirty Years in the Arctic Regions: The Narrative of a Polar Explorer (Paperback)
Great Explorers: Marco Polo, Ferdinand Magellan, Mungo Park, Sir John Franklin, David Livingstone, Christopher Columbus, etc.